Mariposa en el estómagO

AQUÍ, DESNUDA ANTE TÍ,,,


miércoles, 15 de diciembre de 2010

El miedoooooooorrrrrr!!! O.O

El miedo...hay cosa peor que eso? creo que no!
Pero mi miedo no es tan terrorífico...
Sólo me limita, me abstiene de poder mirar a la cara a los vampiros, los asesinos en serie con cara y vestimenta de payasos, los muñecos diabólicos, todos aquellos personajes ficticios que están detrás de la pantalla. Me dan horror, pavor.
Nunca he podido ser capaz de ver dos pelis de miedo seguidas, pero sí que he tenido el valor unas dos o tres veces (contadas con la mitad de los dedos de una mano) de ver una.
La primera que ví, con tan sólo ocho añitos, nunca la olvidaré: el típico asesino en serie con una máscara blanca cubriéndole su rostro deforme y deteriorado, que asesinaba a todo aquello que respiraba a su alrededor, sí...Mikel Mayer".
No pude dormir, tooooooda la noche me la pasé esperándolo en vela con las sábanas y el edredón cubriéndome hasta el último pelo de la cabeza. Cada sombra, cada extraño ruido, cada crujir de la madera, me hacía pensar en su llegada, esa sombra con un enorme cuchillo de carnicero en la mano izquierda, y mis ojos como platos y ese absurdo y continuo tik tak" del reloj que incitaba a mi corazón a correr a 200km/h, casi pudiéndolo saborear en mi boca...
Desde entonces, lo llevo dentro de mí, no se va, nunca se va, siempre permanece a la espera de verme sóla ante un oscuro paisaje en el que pueda oir cualquier ruido o golpe extraño, para recordarme que vive en mí, que es parte de mi ser.
Cada noche, cuando todos dormían y yo, por alguna casualidad de la vida tenía que levantarme y cruzar el salón, casi lo podía visualizar con mis propios ojos, aún sabiendo que el miedo no tiene forma... Entonces levantaba las dos manos, cada una a la altura de cada lateral de la cara y así, como burro con orejeras, caminaba por la casa a media noche, siempre con la mirada fija hacia el frente, pensando que así me sería imposible ver lo que ocurriese a cada lado de mi cuerpo.
Entonces volvía a mi cuarto y sin encender la luz, dejaba la puerta de par en par" y con las mismas me acurrucaba entre sábanas y mantas y casi me afixiaba con ellas, pero me daba igual, me protegían de cualquier ataque maligno del exterior. Y es verdad, hasta hoy nunca nadie ni nada me atacó, y todo gracias a ellas.
Este tipo de miedo es algo normal, la mayoría de los niños lo manifiestan.
Aunque todavía hoy no pueda soportar verlas, soy incapaz de ver empezar y terminar una peli de miedo y si me veo obligada a ello por alguna razón, siempre busco tener a mano (o a mis propias manos) algo que me tape la vista cuando él aparezca.
Pero no me importa, lo realmente terrorífico y peligroso es tener miedo de verdad, tenerle miedo a alguien. Yo a ese no lo conozco, y espero nunca tener el placer, pues mi único miedo es tan estúpido que ni siquiera es real.

No hay comentarios:

Publicar un comentario